A farmer’s harvest, a conference’s faith, and the God who still multiplies gifts
This is the story of how God responded to faithful prayer at Soquel Camp Meeting through an outpouring of generosity that far exceeded human expectations. Told by Ed Walker, an almond farmer in California’s Central Valley and a longtime member of the conference prayer team, it is a testimony of how spiritual conviction, obedience, and trust in God turned prayer into provision—and orchards into miracles.
When Jerry Page served as president of the Central California Conference, his wife, Janet, began leading a prayer movement at the conference office. What started as a small circle of intercessors would grow into a testimony of answered prayer, overflowing offerings, and a harvest that only heaven could provide.
A nudge toward weekly prayer
Early in their time at the conference, Janet Page felt a persistent call to start a weekly prayer group at the conference office. “I bargained for once a month,” she later told Ed Walker, “but the Spirit wouldn’t let me.” So every Tuesday at noon, a faithful group gathered—Bibles open, hearts united—petitioning God to reveal His power in unmistakable ways.
Their first major focus was the evangelism offering. With giving far below past levels, they prayed for a breakthrough. That year, the total unexpectedly jumped to more than $130,000. Encouraged, the team raised the following year’s goal to $250,000—and once again, prayer led to provision, with the final tally surpassing $300,000. As prayer continued, so did God’s blessings. The conference later received more than $1 million in back-to-back years, and even the quietly held goal of $2 million was eventually met and exceeded.
The first congregational pause
One pivotal moment came at camp meeting. Jerry Page, struggling to craft that year’s appeal, had notes scattered across the cabin bed. Seeing this, Janet Page suggested a simpler approach: ask the congregation to pause and pray. Jerry Page handed her the microphone.
That Sabbath morning, Janet Page invited thousands under the tent to ask God, silently, what He was calling them to give. The atmosphere grew still as prayers rose among the crowd. When the offering was collected, the results confirmed that prayer had done what planning alone could not.
The Walkers join the journey
Ed Walker and his wife, Lisa, joined the prayer group in its second year. Though they were actively praying, they had quietly withheld their financial support for the offering because of concerns over how the funds were being used.
Then, during a Sabbath service around 2010, Janet Page once again called the congregation to pause and pray. The Walkers assumed their giving decisions were already settled—until Ed Walker sensed God prompting them to pledge $100,000, an unimaginable sum for almond farmers who had not yet begun harvesting.
Lisa simply said, “OK.”
Still unsure, Ed Walker approached Jerry Page, who was sitting alone. He confessed their past hesitations and shared the impression he had received.
“Do you know why I’m here?” Jerry Page replied. “A man who usually gives $100,000 isn’t at the camp meeting this year. I was sitting here praying God would send someone else.”
That was all the confirmation Walker needed. If God wanted the gift, He would make it possible.
Almonds in abundance
Back home, harvest began on one of their weakest looking orchards—so sparse that a neighbor had commented it barely seemed worth harvesting. Yet to the Walkers’ amazement, the yield was extraordinary. The proceeds from that single orchard fully covered the $100,000 pledge—with surplus to spare.
It wasn’t just a story of numbers. It was a story of trust, surrender, and the God who funds what He calls for.
A call to our knees
As another Soquel Camp Meeting approaches, we’re reminded that spreadsheets alone can’t spark a miracle. Budgets are important, but only prayer has ever moved heaven’s hand. Whether the goal is $100,000 or $2 million, the method remains the same: pause, ask, listen, obey—then watch God bring in the harvest.
As Janet Page once said: “Ask, and let Him decide the amount.”
May the next chapter of our evangelism story be written on our knees—and may God once again fill both hearts and offering plates in ways only He can.
____________________
By Justin Kim
Milagro en Soquel: La oración aumenta la ofrenda de evanglismo
La cosecha de un granjero, la fe de la conferencia y el Señor multiplican las ofrendas
Dios respondió a la oración fiel en el campestre de Soquel a través de una efusión de generosidad que superó con creces las expectativas.
Cuando Jerry Page se desempeñó como presidente de la Central California Conference, su esposa, Janet, comenzó a liderar un movimiento de oración en la oficina. Lo que comenzó como un pequeño círculo de intercesores se convertiría en un testimonio de oración contestada, ofrendas desbordantes y una cosecha que solo el cielo podía proporcionar.
Una promoción a la oración semanal
Al principio de su tiempo en la conferencia, Janet Page sintió un llamado persistente para comenzar un grupo de oración semanal en la oficina de la conferencia. «Oraba una vez al mes», le dijo más tarde a Ed Walker, «pero el Espíritu no me lo permitía». Así que todos los martes al mediodía, un grupo de fieles se reunía, con las Biblias abiertas, los corazones unidos, rogando a Dios que revelara su poder de maneras inequívocas.
Su primer enfoque importante fue la ofrenda de evangelismo. Con ofrendas muy por debajo de los niveles pasados, oraron por un gran avance. Ese año, el total saltó inesperadamente a más de 130.000 dólares. Animado, el equipo elevó la meta del año siguiente a $250,000 y, una vez más, la oración fue contestada, y el recuento final superó los $300,000. A medida que la oración continuaba, también lo hacían las bendiciones de Dios. Más tarde, la conferencia recibió más de $1 millón en años consecutivos, e incluso la meta silenciosa de $2 millones finalmente se cumplió y se superó.
La primera pausa congregacional
Un momento crucial llegó en campestre. Jerry Page, que luchaba por elaborar el llamado de ese año, tenía notas esparcidas por la cama de la cabaña. Al ver eso, Janet sugirió un enfoque más sencillo: pedir a la congregación que hiciera una pausa y orara. Ese sábado por la mañana, Janet Page invitó a miles de personas bajo la carpa a pedirle a Dios, en silencio, qué les estaba llamando a dar. El ambiente se calmó a medida que las oraciones aumentaban entre la multitud. Cuando se recogió la ofrenda, los resultados confirmaron que la oración había hecho lo que la planificación por sí sola no podía.
Los Walker se unen al viaje
Ed Walker y su esposa, Lisa, se unieron al grupo de oración en su segundo año. Aunque estaban orando activamente, habían retenido silenciosamente su apoyo financiero debido a preocupaciones sobre cómo se estaban utilizando los fondos.
Después, durante un culto alrededor de 2010, Janet una vez más llamó a la congregación para que hiciera una pausa y orara. Los Walker asumieron que sus ofrendas ya estaban decididas, hasta que Ed Walker sintió que Dios los impulsaba a comprometer $100,000, una suma inimaginable para los productores de almendras que aún no habían comenzado a cosechar.
Lisa simplemente dijo: «Está bien» Todavía inseguro, Ed Walker se acercó a Jerry Page, que estaba sentado solo. Confesó sus vacilaciones pasadas y compartió la impresión que había recibido.
«Sabe por qué estoy aquí?» Jerry Page le dijo. «Un hombre que normalmente da 100.000 dólares no está en campestre este año. Estaba sentado aquí orando para que Dios enviara a alguien más».
Esa fue toda la confirmación que Walker necesitaba. Si Dios quisiera esa ofrenda, lo haría posible.
Almendras en abundancia
De vuelta a casa, comenzó la cosecha en uno de sus huertos de aspecto más débil, tan escaso que un vecino había comentado que apenas parecía que valiera la pena cosecharlo. Sin embargo, para sorpresa de los Walker, la cosecha fue extraordinaria. Las ganancias de ese huerto cubrieron por completo la promesa de $100,000, con excedente de sobra.
No era solo una historia de números. Fue una historia de confianza, rendición y del Dios que financia lo que pide.
Una llamado a nuestras rodillas
A medida que se acerca otro campestre en Soquel, recordamos que las hojas de cálculo por sí solas no pueden provocar un milagro. Los presupuestos son importantes, pero solo la oración ha movido la mano del cielo. Ya sea que la meta sea de $100,000 o $2 millones, el método sigue siendo el mismo: hacer una pausa, preguntar, escuchar, obedecer, y observar después cómo Dios trae la cosecha.
Como dijo una vez Janet Page: «Pregunta, y deja que el Señor decida la cantidad».
Que el próximo capítulo de nuestra historia de evangelismo se escriba de rodillas, y que Dios una vez más llene tanto corazones como platos de ofrendas de la manera que solo él puede hacer.
____________________
Por Justin Kim
