Why Go to Summer Camp?

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While this could still be the sentiment of many who attend youth camp today, this statement was written way back in 1936! Some things just don’t change, and enthusiasm for the summer camp program continues to inspire both campers and staff in 2023.

There’s hardly an Adventist family who hasn’t been part of the camp experience. This sprawling enterprise of over 35 Adventist camps in the U.S. has had a significant positive impact on the lives of many. But where did it come from, and why is it still so relevant today?

The first recorded “official” Adventist youth camp was held in Michigan in 1926. In this new program, boys and girls could attend camp for a dollar a day! The activities were a mix of recreational fun, crafts, and spiritual development. 

In the West, Idyllwild camp was set up on leased land in Southeastern California for three years starting in 1929. Its success led in 1932 to the purchase of 16 acres of the property on which was built a large dining room. Camp Idyllwild was the first summer camp property owned by Adventists. 

Also in 1929, the Central California Conference was holding summer camps at Wawona in Yosemite. For many years, boys’ and girls’ camps were held separately. Reporting on the girls’ camp, R.S. Fries wrote:

After spending a few days at the Junior camp at Wawona we want to report that the twenty-nine girls in this camp are having the best time of their lives. And why should they not? From the rising whistle at six a. m. until the taps sound at nine at night the day is just filled with good things that train the body, the soul and the mind.

The camp is situated in a beautiful grove of pines. The fragrant balsam makes one breathe deep. A beautiful ice-cold stream of drinking water runs through the camp. Every tent is beneath the trees giving shade through the heat of the day. The swimming pool is just a short distance away, and when the whistle blows to line up for meal time everyone is eager to sit down to the well-laden tables, and how they do eat! Such appetites are never seen at home. Just wait until these girls get home if you want to hear what the Junior camp is like and how they enjoyed it. There will be twenty-nine boosters arriving home in another ten days and just ask any one of them if they had a good time. 2

While almost a century on, it may be that most parents wouldn’t want their daughters drinking from a stream, the picture is still attractively idyllic and sounds like a lot of fun!

Initially known as “Junior Camp,” these youth camps in many ways became more popular than the adult camp meetings they were based on. The prospect of an adventure in nature away from home was attractive to both children and parents alike, though perhaps for different reasons. For the kids, it was fun. For the adults, the appeal was likely the spiritual component. Whatever the reason, these camps proved extremely popular, and the formula continues today.

The wife of one of our foreign missionary doctors, who had her daughter in camp the last two years, remarks, “I think this junior camp idea is the finest project our denomination ever embarked upon.”

Among the improvements noticed in the lives of the boys and girls upon their return from camp are the following: More interested in other people, more helpful and thoughtful, better use of spare time, more interest in keeping clothes in order, more willing obedience.3

 

Such testimonials, from nearly a century ago, are as valid now as they were then, with the same high objectives at the center of the camp program. When asked why youth camp is still important, Craig Heinrich, camp director at Leoni Meadows, said, “Attending camp can be the most amazing personal experience.” He may even believe the old saying about this being the best thing since sliced bread! He continued, “It provides a refining religious experience for the campers—and for the staff as well.”

Check your local conference youth department for information about camp dates.

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By the Recorder editorial staff

1. Rhea Detlor, “Why I Want to Attend Junior Camp,” Pacific Union Recorder (June 17, 1936), p. 2, https://bit.ly/3os3ukc.

2. R.S. Fries, “Junior Camp,” Pacific Union Recorder (July 18, 1929), p. 3, https://documents.adventistarchives.org/Periodicals/PUR/PUR19290718-V28-50.pdf.

3. L.A. Skinner, “Parents Endorse Summer Training Camp,” Pacific Union Recorder (Aug. 30, 1933), p. 5, https://bit.ly/3BShUgs.

 

 

¿Por qué ir campamento de verano?

Si bien ese podría ser el sentimiento de muchos de los que asisten al campamento juvenil este año, ¡esa declaración fue escrita en 1936! Algunas cosas simplemente no cambian, y el entusiasmo por el programa de campamento de verano continúa inspirando tanto a los campistas como al personal en 2023.

Apenas si hay una familia adventista que no haya sido parte de la experiencia de un campamento. Esa empresa de más de 35 campamentos adventistas en los Estados Unidos ha tenido un impacto positivo significativo en las vidas de muchos. Pero, ¿de dónde provino y por qué sigue siendo tan relevante hoy en día?

El primer campamento adventista «oficial» registrado se llevó a cabo en Michigan en 1926. ¡En ese nuevo programa, los niños y niñas podían asistir al campamento por un dólar al día! Las actividades eran una mezcla de diversión recreativa, manualidades y desarrollo espiritual. 

En el oeste, el campamento Idyllwild se estableció en tierras arrendadas en el sureste de California durante tres años a partir de 1929. Su éxito llevó en 1932 a la compra de 16 hectáreas de la propiedad sobre la que se construyó un gran comedor. Camp Idyllwild fue la primera propiedad de campamento de verano propiedad de los adventistas. 

También en 1929, la Central California Conference estaba celebrando campamentos de verano en Wawona, en Yosemite. Durante muchos años, los campamentos de niños y niñas se celebraron por separado. Al informar sobre el campamento de niñas, R. S. Fries escribió:

Después de pasar unos días en el campamento para juniors en Wawona, queremos informar que las veintinueve chicas de ese campamento están pasando el mejor momento de sus vidas. ¿Y por qué no deberían hacerlo? Desde el silbato para despertar a las seis de la mañana hasta el toque de queda a las nueve de la noche, el día está lleno de cosas buenas que entrenan el cuerpo, el alma y la mente.

El campamento está situado en un hermoso bosque de pinos. El bálsamo fragante hace que uno respire profundamente. Una hermosa corriente fresca de agua potable atraviesa el campamento. Cada carpa está debajo de los árboles recibiendo sombra a través del calor del día. La piscina está a poca distancia y cuando suena el silbato para hacer fila a la hora de comer, todas están ansiosas por sentarse a las mesas bien repletas, ¡y cómo comen! Tales apetitos nunca se ven en casa. Solo espera hasta que esas chicas lleguen a casa si quieres escuchar cómo es el campamento de juniors y cómo lo disfrutaron. Habrá veintinueve chicas que regresarán a casa en otros diez días y solo pregúntele a cualquiera de ellas si lo pasaron bien. 2

Mientras que un siglo más tarde puede ser que la mayoría de los padres no quieran que sus hijas beban de un arroyo, ¡la imagen sigue siendo atractivamente idílica y suena muy divertida!

Inicialmente conocidos como «Junior Camp», esos campamentos juveniles en muchos sentidos se hicieron más populares que las reuniones de campestres para adultos en las que se basaban. La perspectiva de una aventura en la naturaleza lejos de casa era atractiva tanto para los niños como para los padres, aunque quizás por diferentes razones. Para los niños, era divertido. Para los adultos, el atractivo era probablemente su componente espiritual. Cualquiera que fuese la razón, esos campamentos demostraron ser extremadamente populares, y su fórmula continúa.

La esposa de uno de nuestros médicos misioneros en el extranjero, que tuvo a su hija en el campamento los últimos dos años, comenta: «Creo que esta idea del campamento juvenil es el mejor proyecto en el que nuestra denominación se haya embarcado».

Entre las mejoras observadas en la vida de los niños y niñas a su regreso del campamento se encuentran las siguientes: más interesados en otras personas, más serviciales y considerados, mejor uso del tiempo libre, más interés en mantener la ropa en orden, más obediencia voluntaria. 3

 

Tales testimonios, de hace casi un siglo, son tan válidos ahora como lo fueron entonces, con los mismos elevados objetivos en el centro del programa del campamento. Cuando se le preguntó por qué el campamento juvenil sigue siendo importante, Craig Heinrich, director del campamento en Leoni Meadows, dijo: «Asistir al campamento puede ser la experiencia personal más increíble». ¡Incluso puede creer en el viejo dicho de que esto es lo mejor desde el pan de molde! Continuó: «Proporciona una experiencia religiosa purificante para los campistas, y también para el personal».

Consulte el departamento de jóvenes de su conferencia para obtener información sobre las fechas de los campamentos.

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Por el equipo editorial del Recorder

1. Rhea Detlor, “Why I Want to Attend Junior Camp,” Pacific Union Recorder (17 de junio de 1936), p. 2, https://bit.ly/3os3ukc.

2. R. S. Fries, “Junior Camp,” Pacific Union Recorder (18 de julio de 1929), p. 3, https://documents.adventistarchives.org/Periodicals/PUR/PUR19290718-V28-50.pdf.

3. L. A. Skinner, “Parents Endorse Summer Training Camp,” Pacific Union Recorder (30 de agosto de 1933), pág. 5, https://bit.ly/3BShUgs.